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26 años podrían parecer pocos para narrar tantas vivencias, pero es que la obra de esta joven está tallada de momentos cotidianos, de situaciones diarias, de miedos, de vivencias propias de la adolescencia y la juventud, que van y vienen, que cambian como cambia el viento, y de observar, de ver, de pensar en lo que la rodea y en quienes la rodean, sobre todo, los jóvenes de su edad. A ellos, sobre todo a ellos, van dirigidas esas palabras encadenadas, a hacerles perder el miedo, a decirles que aprendan de cada experiencia, que no se conformen, que luchen, que caigan y se levanten para darlo todo «porque al final somos los jóvenes los que tenemos que cambiar el mundo», dice.

Elena Martínez Horcajo vive en Burgos, pero está apegada a su tierra, a Villaespasa, un pequeño pueblo de la comarca de Tierra de Lara. Su preocupación por el medio rural, por su despoblación, por la pérdida de servicios y la falta de iniciativas, la han hecho arriesgar, sí también en esto ha arriesgado, y en las últimas elecciones decidió presentarse en las listas, por Ciudadanos, de Villaespasa, donde es concejala, y a la junta administrativa de Rupelo, pueblo del que es alcaldesa pedánea.

Y así, ahora está inmersa en varios frentes, en esa ‘pequeña’ política municipal desde la que se quiere hacer tanto por los pueblos, pero desde la que se puede hacer tan poco cuando nadie más empuja, y en escribir.

Esta última faceta ha dado sus frutos porque acaba de ver la luz Libre soy, su primer libro, editado por Círculo Rojo, una editorial de autoedición de Málaga, a la que no tiene palabras para agradecer la confianza depositada en ella. Se ha hecho una primera edición de 500 ejemplares, pero también van bajo pedido por Amazon, y el libro online está en e-book en el Corte Inglés, la Casa del Libro y Snaf, y físicamente en la librería Luz y Vida. El próximo sábado, día 10, lo presentará en su pueblo y después en Burgos, en la Sala Polisón y en San Agustín, citas aún sin fecha.

Elena ha madurado este libro fundamentalmente durante el confinamiento, ese tiempo en el que la casa ha sido un refugio y cuando, además, tenía tiempo porque estaba en paro. Le ha gustado desde siempre escribir; de hecho, tiene relatos que algún día también publicará, y ha ganado algunos concursos como el del 25 aniversario de Félix Rodríguez de la Fuente.

Elena terminó el Bachillerato y después ha estado trabajando intermitentemente, sobre todo en el sector de la hostelería y el comercio. Le gusta el interiorismo y diseño de espacios y no descarta hacer esos estudios en algún momento.

El libro, en prosa libre, con algunas poesías, tiene mucho que ver con eso, con los trabajos eventuales, con la precariedad, con la ansiedad que viven los jóvenes -sobre todo su generación, inmersos en dos crisis, dice- y la incertidumbre de no saber qué hacer «y cómo esas situaciones acaban por llevarlos al desánimo y a «sentirnos perdidos». Pero ella aboga por arriesgarse, «por cagarla, si hace falta, que hasta de las cagadas se aprende», y por seguir adelante, a pesar de todo, como en ‘Suspiro tres veces’ cuando escribe: «Me levanto con presión en el pecho, me visto porque toca hacerlo y en el proceso suspiro tres veces. Pienso en las tareas pendientes, suspiro otras tres veces, las dejo para otro rato y desayuno. Empiezo a hacerlas rápido, me voy a trabajar y mientras escucho música me vibra el móvil, son facturas, el banco de mí se ha acordado. Camino mirando tiendas, pero solo de reojo, entró y ficho. Todo el mundo serio y con prisas, el buenos días no se ve reflejado. Como atragantada y a seguir trabajando. Momento de llegar a casa y hacer lo aparcado, de ahí a la cama, a soñar un rato. El mejor momento es cuando estoy soñando, sueño que me escapo, que a una isla desierta me voy sin maleta… Luego me despierto, suspiro tres veces y a volver a empezar».

En cuanto a su decisión de formar parte de las listas al Ayuntamiento de Villaespasa, asegura que es algo que siempre le ha motivado, «desde los 18 años que me censé he pensado que algo podría aportar, que mi opinión puede contar para algo de cara a hacer cosas interesantes», asegura, y añade que le preocupaba que la gente joven ya no quisiera ir al pueblo, y decidió dar ese salto para poder luchar por Villaespasa y por la pedanía de Rupelo, que está a menos de 3 kilómetros, y que apenas tiene 7 vecinos censados, pocos más tienen Villaespasa, 27, «aquí hay más industrias que vecinos», dice.

Elena asegura que le interesa mucho que los jóvenes no pasen de sus pueblos, que se involucren para poder hacer cosas, y piensa que si todos reman en la misma dirección se pueden conseguir cosas, pero también pide a los mayores que confíen en los jóvenes, que les dejen hacer y les den oportunidades.

Una de las iniciativas en las que trabaja ahora es una campaña para que la gente se empadrone en ambos pueblos; en ello trabaja junto a la Asociación para el Desarrollo de Tierra de Lara, así como en otros muchos temas de promoción y desarrollo de la zona que se programan desde la entidad. Juntos se sienten más fuertes y Elena se agarrará a ese impulso para seguir trabajando por sus dos pueblos.

Fuente: Diaro de Burgos