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El problema que debe afrontar la mujer rural es el hecho de que realiza muchas labores similares cuando no iguales a los hombres, sin la remuneración adecuada.

Según estadísticas realizadas por la Universidad Isabel I, en España el 24% de la población vive en el 80% del territorio, es decir, en el medio rural. Menos del 9% de las explotaciones agrarias están dirigidas por mujeres, según datos obtenidos por Afammer. Sin embargo, es el 82% de las mujeres rurales las que ayudan en las explotaciones agrarias pero un alarmante 59% de ellas no cotiza su actividad económica.

Un dato que sorprende si tenemos en cuenta que en el año 2011 se creó la ley de Titularidad Compartida que facilitaba a las mujeres a compartir la gestión, rentabilidad y derechos en las explotaciones agrarias y que debería facilitar un mayor número de mujeres empresarias en el medio rural.

Las mujeres y con más incidencia, las mujeres de los pueblos de España, deben afrontar un nuevo problema añadido, la situación pandémica que vamos arrastrando desde principios del 2020.

En el mercado laboral español, el 54% de los puestos de trabajo en manos de las mujeres se han perdido a consecuencia de la pandemia. El Covid 19 ha quitado empleo a las mujeres y ha otorgado a cambio un incremento en las tareas del hogar, situación ésta que no mejorará en los próximos meses.

La ONU, constata que la brecha salarial en la sociedad rural es una realidad, el trabajo de la mujer en el campo es en ocasiones invisible y no remunerado. Por ello ONU mujeres respalda el liderazgo y la participación de las mujeres rurales a la hora de diseñar leyes, estrategias, políticas y programas en todos los temas que afecten a sus vidas. El programa de Trabajo Decente de la OIT ofrece orientación para facilitar el empoderamiento de las mujeres rurales.

Fuente: Fundación Corresponsables